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VI Jornadas de Historia de las Mujeres y I Congreso Iberoamericano de Estudios de las Mujeres y de Género




Junio 2000


Área Temática: Historia y Memoria


Título: Espacios de mujeres. Acerca de los Encuentros Nacionales de Mujeres en Argentina


Universidad Nacional del Comahue
Facultad de Ciencias de la Educación
Graciela Beatriz Alonso


Resumen


Espacios de mujeres, entre mujeres, con mujeres, para nosotras. Tomando como fuente los Encuentros Nacionales de Mujeres, la ponencia intenta una aproximación a cómo se va significando el ser mujeres históricamente en estos Encuentros (1986-1999). Esta significación se encuentra ligada a que los Encuentros Nacionales son momentos privilegiados de visibilidad pública del colectivo que potencia su constitución como sujetos políticos al confrontar con distintas materializaciones del poder hegemónico. La significación “mujeres” se articula también con la circulación de saberes y experiencias (fundamentalmente orales) que se condensan en la expresión “darse cuenta de”, “sentirse parte de” que diagraman diversos posicionamientos y recrean las identidades individuales y colectivas. Este trabajo pretende ser un aporte a la sistematización de estos Encuentros Nacionales (son únicos en América Latina) bajo los ejes enunciados, así como a la reconstrucción de las formas de organización, de las continuidades y discontinuidades, del número de participantes, de la variedad temática y heterogeneidad de posiciones.


Introducción


Esta ponencia surge con el sentido de compartir algunas reflexiones acerca de los Encuentros Nacionales de Mujeres (E.N.M.), en el marco de un proyecto de investigación denominado “La construcción de identidades y diferencias en colectivos sociales de la provincia de Neuquén”. En esta investigación incorporamos como parte de las unidades de análisis, con relación a los colectivos sociales conformados por mujeres, el estudio de material sobre los Encuentros de Mujeres que anualmente, y desde hace quince años, se realizan en el país, dado que nos pareció de mucha riqueza tanto informativa como de construcción teórica, historizar estos Encuentros, que son una experiencia prácticamente única en América Latina, debido al grado y tipo de organización, su continuidad en el tiempo (aún bajo condiciones políticas adversas), el número de mujeres participantes, la variedad temática y la heterogeneidad de posiciones.


Una primera consideración surge en relación con la existencia misma de un Movimiento de Mujeres en Argentina, tópico que suscita muchas discusiones, sobretodo si se tiene la pretensión de llegar a definiciones nominalistas o a concepciones esencialistas acerca de lo que un movimiento es o no es. No es esta la intención del presente trabajo y asumiendo, desde varias consideraciones, que argumentaré más adelante, que hay un Movimiento (con mayúscula) de mujeres en el país, me interesó analizar su conformación política. Para ello trataré de abordar dos perspectivas: la primera será que los Encuentros Nacionales de Mujeres, son una de las expresiones políticas del Movimiento, quizás una de las más importantes, y que estos Encuentros son un espacio privilegiado de constitución de esas mujeres como sujetos políticos. La segunda afirmación será que esta expresión política que se expresa en los Encuentros, surge de la articulación de al menos dos posiciones: una que podría llamarse, con todos los resguardos del caso, como más clasista y otra más feminista.


Lo que me interesa mostrar es cómo esto se expresa en los ENM. Para ello analicé las conclusiones de los talleres de Movimiento de mujeres y Feminismo, o género, o identidad, de acuerdo a cómo se denominó en diferentes momentos, de varios de los años en que se desarrollaron los ENM.


Los Encuentros Nacionales de Mujeres como espacios políticos


“El movimiento de mujeres existe y los ENM son su expresión más cristalizada...esto no quiere decir que sea su única expresión; el MM se manifiesta donde hay una organización de mujeres que lucha por sus reivindicaciones específicas.” (1991)


“Las mujeres de este taller acordamos en que los Encuentros Nacionales son la expresión del MM en la República Argentina, ya que las mujeres de todo el país: independientes, de diferentes organizaciones sociales, partidos políticos, sindicalistas, feministas, lesbianas, aborígenes, amas de casa, profesionales, rurales, docentes, empleadas domésticas, podemos debatir, intercambiar experiencias, enriquecernos mutuamente, disentir para que finalmente no encontremos en las coincidencias.” (1995)


“Queremos mostrarle a los poderosos que somos visibles. Que somos movimiento social y político en crecimiento.” (1996)


“Nos oponemos a la victimización de la mujer y nos proponemos como protagonistas de la historia.” (1998)


Digamos que los ENM son espacios políticos porque están organizados para ser explícitamente, es decir, planificadamente, un momento de visibilidad pública del Movimiento.


Esperanza Tuñón, sostiene que “El movimiento social implica cierto grado de visibilidad pública, mediante acciones colectivas que alteran y subvierten los mecanismos tradicionales de participación social y política… es una de las formas contemporáneas de acción colectiva que alimenta y construye identidades, reivindica la noción de conflicto como parte integrante de la vida social, elabora una determinada visión del futuro y diseña formas variadas de intervención en el ámbito público”. (Tuñón E. 1997:7)


Lo público abarca las temáticas, los espacios que se utilizan, las consignas de las marchas y también lo que se produce previamente a la puesta en escena nacional, en cada lugar.


Lo público abarca las temáticas, los espacios que se utilizan, las consignas de las marchas y también lo que se produce previamente a la puesta en escena nacional, en cada lugar.


En este marco los Encuentros Nacionales son los escenarios, los contextos de enunciación para la manifestación pública de opiniones relacionadas con cuestiones cotidianas y estructurales que van configurando el ser mujeres en un espacio y tiempo determinado. Esto marca una diferencia con lo sostenido por un diario local que dice: El encuentro se caracteriza por carecer de connotaciones políticas y es producto de la experiencia acumulativa de los cinco anteriores. Lo sorprendente es que se trata de una organización espontánea. (1991, Mar del Plata). No son una organización espontánea.


A partir de los primeros acercamientos al material y a conversaciones informales sobre el tema con participantes y organizadoras de los Encuentros, surgen como ejes de interés los siguientes:

  • Los Encuentros de Mujeres son el momento de visibilidad, si se quiere más pública del Movimiento de Mujeres, visibilidad que toma la forma de confrontación con distintas manifestaciones del poder hegemónico.
  • Son un espacio de constitución de sujetos políticos, conformado a partir de un campo de disputas que abarca cuestiones laborales, sociales, culturales, legales y fomenta posicionamientos y toma de decisiones.
  • Los Encuentros son lugares de circulación, fundamentalmente oral, de saberes y experiencias que contribuyen fuertemente a la constitución identitaria del movimiento y los grupos y mujeres que participan, en tanto sujetos imbricados en sistemas de relaciones sexo-género, además de clases sociales, adscripciones étnicas, etc.
  • Son espacios de aprendizaje, de solidaridad, de darse cuenta.
  • Espacios de evaluación y reflexión históricamente contextuada.
  • Momento de sentirse parte de
  • De reflexión sobre el hacer por lo que se acumula y transmite experiencia. (“Intercambiamos relatos sobre nuestras vidas cotidianas que nos permiten comprender mejor la realidad. Todas y cada una de nuestras experiencias son valiosas”. Acto de Apertura, Jujuy 1995).
  • De puesta en juego teorías, es decir explicaciones acerca de por qué pasa lo que pasa. En ocasiones se cambia el contenido y la forma de pensar.
  • La “toma de la palabra” se constituye en un elemento central hacia adentro de los Encuentros y hacia fuera. Hablar y usar unas palabras, las suyas, en lugar de otras, de otros, es uno de los principales cambios para muchas mujeres. Se llega a ser otra persona.
  • Espacios para hacerse cargo de los problemas.
  • Espacios en los cuales no se busca el consenso como punto de partida, sino cierta unidad en la diferencia, como punto de llegada.
  • Espacios pedagógicos, donde cada una y todas son referentes educativos, como dijo Freire “nadie educa a nadie”. (“La opinión de todas tiene el mismo valor, no hay especialistas que saben mientras el resto escucha”. Acto de Apertura, Jujuy 1995).
  • Espacios de conservación de la memoria activa del colectivo.


Para ubicarnos, digamos sintéticamente que los E.N.M se realizan anualmente en distintas provincias del país. [1]
Si tomamos en cuenta que al primero de ellos concurrieron aproximadamente 1000 mujeres y al último más de 12 mil, podemos decir que la participación se incrementa anualmente en alrededor de mil mujeres. Esto por sí solo no es un dato menor.


La dimensión política de los ENM se expresa también en los principios que los direccionan y el formato que tienen.


La organización de cada Encuentro está en manos de una Comisión Organizadora conformada en el lugar (sede) en que se desarrollará el Encuentro. A su vez esta comisión tiene reuniones o distintos tipos de intercambios con la comisión anterior. La participación es voluntaria, sin impedimentos ni privilegios por status social o lugar ocupado en la vida pública.


Los Encuentros son autofinanciados, lo cual demanda un fuerte esfuerzo por parte de las Comisiones Organizadoras. El tema del autofinanciamiento, unido al de la autonomía, constituye un elemento para ser profundizado. Nos adelantaríamos a decir que esto no se concretó de una única manera a lo largo de los años y no tiene una única significación para los grupos. De todas formas difícilmente algún sector (sobre todo político) podría decir que financió en alguna provincia la realización del Encuentro, aunque aportaron, en general extemporáneamente, ciertos recursos. En esta relación entre autofinanciamiento y autonomía también necesitaremos profundizar y diferenciar la presencia de partidos políticos vinculados históricamente a las esferas de gobierno, de la de partidos “de izquierda” con una vinculación más o menos directa con los grupos más activos de mujeres participantes.


Cada Encuentro dura tres días (en general uno de ellos es feriado). Las mujeres de diferentes sectores sociales, dedicación laboral, adscripción étnica, edades, religiones, pertenencia política, llegan por distintos medios. Hay grupos en cada lugar (vinculados a las Comisiones) que se encargan de la organización para conseguir los recursos y también para promover debates con relación a los puntos que sean de más interés para esas mujeres en particular.


Al comienzo de cada Encuentro la Comisión Organizadora lee un documento que retoma el recorrido realizado durante ese año, las problemáticas más relevantes que las mujeres del país enfrentan durante el último tiempo y sientan un posicionamiento político local y general. Retoman los ejes de los Encuentros, que son: autonomía, auto convocatoria, autofinanciamiento, pluralismo, democracia y horizontalidad, que se convierten en lema y bandera que da legitimidad al debate y a las conclusiones a las que se llega.


El trabajo durante el Encuentro se divide en talleres, que antecedidos por la palabra “Mujer” convocan al debate sobre diferentes cuestiones. La participación y permanencia en el taller son voluntarias. Se forman grupos de alrededor de 35 mujeres y si se supera ese número se abre otro. Cada grupo tiene una coordinadora y elige una secretaria (o más de una) para tomar nota del debate. Al finalizar el segundo día se redactan las conclusiones. Este es un momento particularmente conflictivo dado que cada grupo, que durante el taller mantuvo una posición, pulsea para que su palabra tenga un espacio privilegiado en el texto final. Muchos talleres presentan en algunos puntos conclusiones por mayoría y minoría.


Los talleres se consideran soberanos, es decir pueden debatir y proponer lo que quieran, aunque existen ciertos cuidados o resguardos en función de no quebrar los encuentros con posiciones que vayan en contra de los principios enunciados más arriba. Este también es un punto que merece un análisis más profundo dado que en ocasiones puede desplazarse estratégicamente para cerrar cierto tipo de debates.


Al finalizar la segunda jornada y luego de redactadas las conclusiones, se realiza una marcha por las calles del lugar que es absolutamente significativa y conmovedora. Hay algo del orden de juntar los cuerpos que le da fuerza y seguridad a las ideas. Es el único momento del año, en el país que se reúnen en un espacio público y a la vez limitado, como la calle, tanta cantidad de mujeres con consignas heterogéneas como las que refieren a la “doble opresión”, la “legalidad del aborto”, y la elección del lesbianismo. Es una marcha fundamentalmente alegre que expresa a través de los cantos las principales reivindicaciones por las que luchan, en muy distintos ámbitos, las mujeres del país:

  • “Si somos capaces de parir también somos capaces de engendrar otra historia.”
  • “El aborto debe ser libre legal y gratuito.”
  • “Anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir.”
  • “Si la mujer se organiza no plancha más camisas.”
  • “Se va acabar, se va acabar esa costumbre de golpear.”
  • “No quiero coser, no quiero bordar yo quiero abrir la puerta para ir a pelear.” (Diario Río Negro, 1992)


El último día se producen las lecturas de las conclusiones y antes de esto la elección de la próxima sede. Este es otro momento de disputa política entre las mujeres. Desde el primer día comienzan a barajarse distintas posibilidades y los grupos más activistas van pensando la conveniencia política de realizar el próximo Encuentro en un lugar o en otro. En general hay provincias que tienen gobiernos, que según algunas mujeres, tratan de cooptar para sí, para rédito sectorial-partidario los Encuentros y a esos lugares no se va. Ese día se procura llegar temprano al sitio donde se elegirá la sede y ubicarse cercanamente quienes van a apoyar la misma propuesta de lugar. Esta elección se hace mediante aplausos, luego que una mujer de cada uno de los lugares postulados se dirige al resto proponiendo su provincia e invitando para realizar allí la próxima reunión.


Finalmente cada taller (históricamente entre 20 y 30, a su vez con subdivisiones que no siempre logran tener conclusiones únicas) lee las conclusiones. Las mismas tienen una parte en donde se dan a conocer los temas que debatieron y una parte donde se sintetizan los reclamos y propuestas.


Como otro momento de encuentro dentro del Encuentro, está la peña que se realiza la primera o segunda noche. Tanto la marcha como la peña son espacios donde aparece cierta visión de unidad, en un colectivo que tiene como característica y principal riqueza, la heterogeneidad.

  • “Nuevamente regresamos a nuestros lugares fortalecidas para avanzar en nuestros objetivos”. (Palabras de cierre, 1992).
  • “Hacemos muchos sacrificios para venir. Nos llevamos mucho más de lo escrito. Gracias a los encuentros me eduqué. Ahora lucho con todo.” (1997)


La constitución de identidades políticas colectivas de las mujeres en los Encuentros: los enemigos y los adversarios


A lo dicho sobre el carácter político de los ENM, agregaré algunas reflexiones acerca de la constitución de las mujeres como sujetos políticos o la conformación de identidades políticas que se produce en el espacio de los Encuentros.
Para esto voy a retomar la distinción entre lo político y la política.


Lo político es constitutivo de la sociedad y refiere al conflicto y a los antagonismos, es una dimensión no domesticable de las relaciones humanas, aunque el objetivo histórico de muchos grupos es eliminar el conflicto y los antagonismos, generalmente asumiendo posiciones autoritarias, dado que, como sostiene Chantal Mouffe, todo intento de eliminar el conflicto o lo político es al mismo tiempo un intento de eliminar la propia democracia.[2]


El antagonismo, o una relación antagónica, definen una frontera, una línea divisoria que separa un “nosotros/nosotras” de un “ellos/ellas”. En este sentido es la demarcación antagónica la que va definiendo las identidades políticas. Obviamente esto no es estático o ahistórico, sino un proceso de asunción de posicionamientos con relativa estabilidad y por lo tanto también, inestabilidad. En otras palabras, las identidades políticas siempre son colectivas y se constituyen cuando se conforma el imaginario “nosotras”.


En los ENM, las identidades políticas se constituyen desde dos lugares, uno en el que convergen con mayor claridad los antagonismos, dando lugar a la creación del campo de “los enemigos” y otro, desde donde también se disputa, pero en otros términos y que constituiría el campo de “los adversarios”.[3]


Al enemigo se le desconoce la verdad o legitimidad de lo que dice y no hay posibilidades de establecer articulaciones en el nivel de la acción política. El adversario es alguien con quien se confronta pero al que se respeta y se trata de incluir en los procesos de cambio.


¿Cómo se definen entonces las fronteras?. Podemos encontrar dos tipos de expresiones que dan cuenta de la constitución de identidades políticas –sobre la base de antagonismos- en las mujeres que participan de los ENM. Por un lado están aquellas enunciaciones que se oponen a una gran gama de leyes o aspectos incluidos en ellas; a los sistemas jerárquicos y discriminatorios imperantes en los espacios laborales, sindicales, políticos; a la subordinación y violencia en el ámbito doméstico; a las políticas, sobre todo económicas/ajustistas, de los gobiernos, a la represión de estado, al modelo histórico de colonización hacia los pueblos originarios. En términos generales refieren a la doble o triple opresión, es decir como mujeres, trabajadoras, militantes, pertenecientes a pueblos originarios, lesbianas, feministas, etc., impuestas por el sistema capitalista y patriarcal.


Por otra parte, y a diferencia de lo anterior, “los hombres”, abstraídos del sistema capitalista y patriarcal, son en ocasiones puestos en igualdad con las mujeres, dado que se dice por ejemplo que:


“No es el rol de la mujer versus hombre sino todos juntos y unidos lo que nos va a dar la posibilidad de no ser un país dependiente.” (1991).


Los hombres se constituyen en enemigos cuando se los pone en una red de relaciones que los hace conformadores y partícipes del sistema capitalista y patriarcal, es decir dejan de ser hombres y son sistema, y en adversarios, cuando se establece una equivalencia entre géneros dado que la identidad de ambos está sobredeterminada por la posición de “oprimidos”. Digamos que “el adversario” comparte ciertas dimensiones con “el enemigo” (que en diferentes situaciones puede ser la misma persona) pero con él se podría llegar a crear otra hegemonía, no en un pacto de alianza sino en la perspectiva de modificar las relaciones de fuerzas, que sería una forma de modificar las relaciones identitarias de género. Como se expresó en un Taller:


“Vivimos en una sociedad generadora de violencia, por lo tanto se hace necesario una reformulación social y no un planteo sexista para poder avanzar codo a codo y no a los codazos.” (1991).


Esta distinción entre enemigos y adversarios o adversarias, le da a la política, es decir a aquellas prácticas que proponen una forma de ordenar lo político, de ordenar el conflicto, características particulares.


Hay en estos espacios un aporte para pensar y hacer política de otra manera diferente a las hegemónicas. Dicho de otra manera, las relaciones y diferencias que constituyen las identidades políticas se procesan en esta distinción entre enemigos y adversarios/as.


Retomando el planteo de algunas autoras diría que la forma de hacer política que se expresa en los grupos de mujeres está basada en dos grandes pilares: el sufrimiento[4] y la pasión colectivos. Esto desplaza en ocasiones el discurso de la opresión hacia el discurso del protagonismo y multiplica las maneras en que se manifiesta la resistencia. Cuando digo sufrimiento me refiero a la dimensión de lo no tolerable, de lo no aceptable y con pasión me estoy remitiendo al núcleo de constitución de las identificaciones políticas, de la acción política, de la puesta en escena de los conflictos, de los antagonismos, de la construcción de la rebeldía (Chantal Mouffe). En otros términos no son sólo intereses sectoriales (aunque los hay) los que guían la permanencia de los ENM, sino la profunda disconformidad y la voluntad de cambio global, que a su vez asume perspectivas diferentes, como se expondrá en el punto siguiente.


Un artículo periodístico dice:


discutieron apasionadamente sobre distintas temáticas que hacen específicamente a la mujer y otras no tanto. En el cierre la nota fue la dureza con que se calificó y criticó la actual política económica y social del gobierno menemista...(Página 12, 1992. El destacado es mío).


Qué sería lo preponderante en la constitución de esta identidad política: que las mujeres reconocen y argumentan que tiene valor lo que saben y hacen. Como dicen algunas autoras, construyen valor de sus saberes, pensamientos, formas de actuar. Esto produce identificaciones que podrían nuclearse en expresiones del tipo


“Las mujeres no sólo queremos dar vida, sino cambiarla”. (1991).


Aquí los límites entre lo privado y lo público, entre la acción privada y pública se reconfiguran situacionalmente, es decir se tensionan, se reconcilian, se separan.


Estas fronteras con un otro enemigo se expresan también, como decía más arriba, en la forma de hacer política, o en la práctica política de los ENM.


Hay expresiones que con claridad marcan esto:


“Lo importante de este taller fue poder intercambiar experiencias diferentes sin perder de vista que todo esto tiene que ver con la política, poder sacar a luz la represión en lo cotidiano y llevar lo privado a lo público”(1988).


“El MM como movimiento político ha logrado auto convocarse durante 10 años consecutivos manteniendo el espíritu con el que se iniciaron: autonomía, pluralismo, federalismo, autofinanciación, democracia y horizontalidad.” (1995)


Esto nos lleva a preguntarnos acerca de cuáles son hoy los espacios sociales y políticos de construcción de una matriz democrática pluralista. Es acá donde, en mi opinión, ciertos colectivos sociales, y especialmente de mujeres, avanzaron profundamente más que las diversas estructuras políticas tradicionales.


Breves reflexiones acerca de las articulaciones entre perspectivas clasistas y feministas en los ENM


Las identificaciones, sostiene C. Mouffe, movilizan pasiones. Algunas de estas identificaciones presentes en los ENM, son los deseos y utopías de igualdad y justicia social, en un campo amplio de luchas.


Esta idea de igualdad adquiere significaciones diferentes y desde allí se podría inscribir a los ENM en algunas de las perspectivas feministas existentes, pero más que analizar esto, que en sí es muy importante y podría tener efectos prácticos para los Encuentros, lo que quisiera exponer, aún con carácter de provisorio, son ciertas articulaciones y diferencias que durante los ENM se manifiestan entre el Movimiento de Mujeres, en general, y algunas perspectivas feministas. Esto si se quiere remitiría a la tradicional “polémica” entre cuál se reconoce como el punto nodal, a partir de la cual se posiciona un colectivo para teorizar y a la vez producir acciones políticas tendientes al cambio: la clase o el género.


Expondré algunas expresiones seleccionadas de los Talleres de Movimiento de Mujeres y de Feminismo y/o género:

  • “Desde una autocrítica asumimos que se está perdiendo la visión específica de género que debe caracterizar a estos encuentros.” (1995).
  • “Actualmente las experiencias reafirman y manifiestan una lucha conjunta de género y clase.” (1997).
  • “El sistema de clase actualmente vigente tiene soporte material en la opresión de género”. (1998).
  • “Para que los avances del MM sean visibles es necesario incorporar desde lo cotidiano, en las distintas actitudes, desde la infancia, y también desde el lenguaje el concepto claro de género.” (1998).
  • “Hablamos de feminismo como un movimiento amplio que se construye diariamente a partir de reconocer que las mujeres estamos en una situación de desigualdad que nos perjudica. Por esta razón el feminismo comprende la realidad de una manera nueva y diferente, intenta ponerle palabras a nuestros silencios, hacer visibles nuestros sentimientos, necesidades, trabajos, ideas.” (1991).
  • “Se dice el feminismo es machismo al revés. Este prejuicio se basa en la creencia de que las mujeres tenemos poder. Por lo tanto el feminismo sería tan autoritario como el machismo. Pero el feminismo no busca invertir las relaciones de poder, sino que su objetivo es lograr un sistema que incluye a los hombres en una relación sin oprimidos ni opresores.” (1991).
  • “Prejuicios: Las feministas son burguesas, las feministas no se pueden integrar a la lucha política, se desentienden de lo que pasa en el mundo político.” (1991).
  • “Como en todos los ámbitos de nuestra vida, en la cama también se reproducen las relaciones de poder que hacen que nosotras, las mujeres, no podamos expresarnos libremente, tanto en la palabra como con el cuerpo.” (1991).
  • “Apareció la cuestión de la aparente antinomia entre feminismo y movimiento de mujeres. Algunas respuestas fueron: el feminismo es parte del movimiento de mujeres. Observamos un temor agudo a la palabra feminismo fomentado por medios de comunicación que refuerzan una cultura patriarcal y que generan prejuicios. Frente a las coincidencias entre ideologías, metodología y propósito, acordamos que nos prestamos a un juego de poder, si diferenciamos movimiento de mujeres de feminismo.” (1992).


La conciencia de clase y de género están interrelacionadas y no antagónicas. Muchos intentos de revolución socialista han sido procesos abortados y les fue imposible modificar la estructura patriarcal de la familia. (1992).


“En esta etapa de crisis socio-económica-política, el tema de lo genérico queda relegado por la necesidad de supervivencia. Por esto los encuentros son un espacio muy importante de reflexión y desarrollo personal y social, de expresión y de información.” (1992).


“Las lesbianas organizadas dan su apoyo a muchos movimientos sociales sin reciprocidad. En muchos casos el término lesbiana se usa para desacreditar a las militantes cuando asumen posturas políticas y sociales de oposición al statu quo.” (1995).


“Permitir el derecho al goce sexual de la mujer implica una paridad en las relaciones culturales, socio-económicas y políticas.” (1995).


Si una cosa aparece con claridad es que en los ENM se expresan, y a la vez ellos son expresión, de una multiplicidad de identidades.


No se puede desconocer que en general los movimientos sociales de mujeres en Latinoamérica surgieron fuertemente asociados con la oposición a políticas de estado y de gobiernos que subsumieron, aún más, si cabe, a las mujeres en condiciones de pobreza y discriminación. Esto sumado a la situación político-económica propia de nuestro país, sobredetermina, desde mi opinión, las perspectivas clasistas dentro del movimiento de mujeres y de los Encuentros, en forma particular. Esto se visualiza en que la mayoría de las mujeres participan de talleres que expresan alguna relación de la mujer con el trabajo, en sentido amplio, y donde se analizan “las condiciones” de las mujeres en esos espacios. Los talleres como feminismo y género cuentan con pocas asistentes, comparativamente hablando.


Por otra parte la adscripción de las mujeres como trabajadoras es prácticamente una conquista histórica y la relación entre ser trabajadoras y remitir al antagonismo de clase como perspectiva teórico/ideológica es casi una consecuencia lógica y deseable. Es necesario decir también que dentro del pensamiento social crítico es el de raíz marxista el que sirve de paraguas para la construcción de las identidades políticas de las y los trabajadoras/es (incluidas las que demandan trabajo). Dicho en otras palabras ninguna mujer trabajadora o desocupada tendría que explicar demasiado su rechazo al sistema de opresión capitalista, viendo en él el principal impedimento de liberación.


Adscribirse como feminista, pareciera ser distinto. Necesita explicarse y además requiere justificar, como todo grupo que está en minoría –y el de las feministas dentro de los ENM, lo está- que no se desconoce la dimensión estructural de la clase social, pero que la resolución de esta contradicción no resuelve la liberación de las mujeres, dado que no son ni las relaciones económicas ni el sistema legislativo los que pueden revertir la relación entre los géneros.


Digamos que las experiencias y conocimientos acumulados muestran que ambas construcciones históricas, capitalismo y patriarcado, funcionan con relativa autonomía, articulándose o no, de acuerdo a la situación particular de que se trate.


En otras palabras, vistas ambas como dimensiones políticas, no hay una relación causa efecto entre ambas y en cuanto a la formación identitaria, las matrices con las que aprendemos a construir e interpretar la realidad son a la vez de clase y género (también étnicas). Ambas son estructurales y se imbrican en las acciones políticas llevadas adelante por mujeres.


Para finalizar quisiera analizar otro punto, que creo que puede favorecer la articulación de perspectivas clasistas y feministas en las discusiones dentro de los ENM: el nombre de los talleres con los cuales se convoca a la participación.


En la historia de los Encuentros los nombres de los talleres remiten por lo menos a dos formas. Una forma es la que apela en su mayoría a la identidad de las mujeres como trabajadoras, y a identidades diferenciales como: edad, etnia, preferencia sexual, o a adscripciones teórico-militantes como feminismo, género o sexualidad.


Otra forma que aparece intercalada con la anterior, son los talleres que remiten al tratamiento de ciertas problemáticas: Crisis global; Preservación del medio ambiente; Movimiento de Mujeres; Derechos Humanos; Anticoncepción y aborto; Organización Barrial; Impactos, luchas y resistencias de las mujeres en la crisis; Los feminismos hoy.


En la primera forma de nombrar los talleres aparece además la palabra “Mujer” antecediendo el título, con lo cual participan en el taller quienes se identifican con el nombre, por ejemplo: Mujer rural, Mujer empleada doméstica, Mujer indígena, Mujer y tercera edad, Mujer y feminismo, Mujer y educación, etc.


Enunciar los talleres como problemáticas creo que tiene algunas ventajas más que la primera forma mencionada. Por un lado creo que tiende a no cosificar o esencializar las identidades, en el sentido que ante el tratamiento de una problemática las mujeres solemos poner en juego varias identidades y a analizar la preponderancia de alguna según la situación de que se trate. Además habilitaría para incluir en cada problemática diversas perspectivas, ampliando los análisis, las miradas y las explicaciones. También creo que se favorecería la articulación de las perspectivas clasistas y feministas, en favor de estas últimas.


Estas reflexiones pueden resultar un poco insignificantes, pero es la intención de esta práctica investigativa producir reflexiones para la discusión, en la búsqueda de un movimiento político cada vez más cohesionado y donde las perspectivas feministas, de las cuales me considero parte, tengan mayor anclaje y presencia.


Bibliografía


“Conclusiones de los Encuentros Nacionales de Mujeres”. Elaboradas por las Comisiones Organizadoras de los años: 1986; 1987; 1988;1989, 1990, 1991; 1992; 1993; 1994; 1995; 1996;1997;1998.


Diarios Nacionales y Locales de los años: 1991, 1992, 1997, 1999.


Esperanza Tuñon. Mujeres en escena. De la tramoya al protagonismo (1982-1994). México. Ed. PUEG, ECOSUR, Las Ciencias Sociales. Estudios de Género. 1997


Mouffe Chantal. “Seminario de Posgrado de Teoría Política”. Facultad de Ciencias dela Educación, Paraná. Mimeo. 1996.


Mouffe Chantal. “Por una política de la identidad nómada”. En Debate Feminista. Año 7 vol. 14. México. 1996.



[1] Mayo 1986 Capital Federal; Mayo 1987 Córdoba; Junio 1988 Mendoza; Junio 1989 Rosario; Junio 1990 Santiago del Estero; Junio 1991 Mar del Plata; Octubre 1992 Neuquén; Junio 1993 Tucumán; Junio 1994 Corrientes; Junio 1995 Jujuy; Junio 1996 Capital Federal; Junio 1997 San Juan; Octubre 1998 Bariloche; en el 2000 Paraná.


[2] Con relación a la distinción entre lo político y la política, sostiene Chantal Mouffe: “Lo político (designa) la dimensión del antagonismo, de hostilidad en múltiples formas y a partir de cualquier relación social. Lo político no es esfera o nivel de la sociedad. Es ontológico, no se puede limitar, tiene que ver con la condición humana. La política sería una actividad cuya finalidad es establecer un orden, una convivencia humana, pero en condiciones que siempre están atravesadas por lo político (...) El orden se trata siempre en términos de hegemonía – contra hegemonía, nunca es cuestión de establecer un orden en un espacio neutro o plano...”. (1996).


[3] Retomo estas categorías de Chantal Mouffe aunque no en sentido estricto a como ella las utiliza.


[4] Retomo esta expresión de Graciela Morgade.



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