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XXIII Encuentro Nacional de Mujeres

(Nota de La Revuelta en la revista Pancarta Gráfica del sindicato ADUNC)




El 16, 17 y 18 de agosto se realiza en Neuquén el XXIII Encuentro Nacional de Mujeres. ¿Cuál es la importancia de estos encuentros para las “mujeres”.[1]


Todo encuentro sabe a: choque, escaramuza, coincidencia, acuerdo, hallazgo, descubrimiento, invención, búsqueda, acuerdo, tropezón, pechugón, reyerta, combate, cruce, cita, casualidad, pacto, amistad, estar, andar, imaginar, sorprender, conseguir. Dar cuenta de la trayectoria de los Encuentros Nacionales requiere que nos internemos en sus recorridos a lo largo de muchos años y lugares. Conferencias mundiales como las de Copenhague (1980), Nairobi (1985), Beijín (1995), producen algunas marcas en los Encuentros que desde 1986 se realizan en diferentes provincias de nuestro país. Todo implica viajar, trasladarse, salir, aterrizar, entrar, también el viaje es el que hacen anualmente las mujeres desde sus casas hacia los Encuentros, y también es viaje, y quizás el más importante, el que las mujeres hacen hacia adentro de ellas mismas después de pasar por la experiencia de ir a un Encuentro Nacional.


Si un sendero recorre estos Encuentros es el del saber, saber que se puede: irse de la casa, conocer otros lugares, hablar, escucharse, movilizarse discutir, pelearse, abrazarse, asumir otros puntos de vista, afianzar el propio, volver a su lugar sintiéndose diferente, volver quizás, a otro lugar.


Muchas veces hemos escuchado: después del encuentro no soy la misma. No ser la misma es una marca en la subjetividad que quizás no refleje cambios muy visibles, pero esto dependerá de cómo miremos, o mejor cómo cada mujer mira y reflexiona sobre su propio proceso, individual y colectivo.


Los ENM son los escenarios, los contextos de enunciación para la manifestación pública de opiniones relacionadas con cuestiones cotidianas y estructurales que van configurando el ser mujeres en un espacio – tiempo determinado. Son lugares de circulación, fundamentalmente oral, de saberes y experiencias que contribuyen fuertemente a la constitución identitaria del movimiento, de los grupos y de mujeres que participan, en tanto sujetas imbricadas en sistemas de relaciones sexo-género, además de clases sociales, adscripciones étnicas, preferencias sexuales, etc. Son espacios de aprendizaje, de solidaridad, de "darse cuenta". Espacios de evaluación y reflexión históricamente contextualizada. Momento de sentirse parte de...


Tomar la palabra se constituye en un elemento central hacia adentro de los Encuentros y hacia fuera. Comenzar a hablar y, en ocasiones, usar unas palabras -las suyas- en lugar de otras -de otros- es para algunas mujeres un valioso cambio, descripto como parecer otra persona. Espacios para hacerse cargo de los problemas. Espacios en los cuales se busca el consenso como punto de llegada, lo cual nunca se da sin atravesar por conflictivas discusiones.


Cada Encuentro dura tres días, buscando que uno de ellos sea feriado para posibilitar mayor participación: ya viene siendo hora que estos Encuentros tengan su propio feriado.


El trabajo durante el Encuentro se divide en talleres que toman distintos ejes problemáticos (uno de los últimos que se incluyó el año pasado en Córdoba, fue el de Trata de mujeres para ser prostituidas). La participación y permanencia en el taller es voluntaria. Se forman grupos de alrededor de 35 mujeres y si se supera ese número se abre otro. Cada grupo tiene una coor;dinadora y elige una secretaria (o más de una) para tomar notas del debate. Al finalizar el segundo día se redactan las conclusiones. Este es un momento particularmente conflictivo dado que los grupos o mujeres que durante el taller mantuvieron posiciones diferentes, pulsean para que su palabra tenga un espacio privilegiado en el texto final. Al finalizar la segunda jornada, y luego de redactadas las conclusiones se realiza una marcha por las calles del lugar que es absolutamente significativa y conmovedora. Hay algo del orden de juntar los cuerpos que le da fuerza y seguridad a las ideas. Es el único momento del año, en el país, que se reúnen en un espacio público y a la vez limitado, como la calle, tanta cantidad de mujeres con consignas heterogéneas como las que refieren a la ''doble opresión", la "legalidad del aborto", y la visibilización del lesbianismo. Es una marcha fundamentalmente alegre que expresa a través de los cantos las principales reivindicaciones por las que luchamos las mujeres.


Algunas consignas/tonadas son:


"Si somos capaces de parir también somos capaces de engen­drar otra historia"; "El aborto debe ser libre legal y gratuito"; "Anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir"; "Anticonceptivos para decidir, aborto legal para no morir"; "Si la mujer se organiza no plancha más camisas"; "Se va acabar, ' se va acabar esa costumbre de golpear (de violar)"; "No quiero coser, no quiero bordar yo quiero abrir la puerta para ir a pelear"; "Si el Papa fuera mujer, el aborto sería ley"; "Vamos compañeras, vamos que somos todas piqueteras..."; "Yo soy lesbiana, porque me gusta y me da la gana".


El último día se produce la lectura de las conclusiones y antes de esto la elección de la próxima sede. Este es otro momento de disputa política entre las mujeres. Desde el primer día (en realidad bastante antes) co­mienzan a barajarse distintas posibilidades y los grupos más activistas van pensando la conveniencia política de realizar el próxi­mo Encuentro en un lugar o en otro. Ese día se procura llegar temprano al sitio donde se elegirá la sede y ubicarse cercanamente aquellas que van a apoyar la misma propuesta de lugar. Esta elección se hace por aplausos, luego que una mujer de cada uno de los lu­gares postulados se dirige al resto proponiendo su provincia e invitando para realizar allí la próxima reunión.


Finalmente cada taller (a esta altura más de 40, a su vez con subdivisiones que no siempre logran tener conclusiones únicas) lee sus conclusiones. Las mismas tienen una parte en donde se da a conocer los temas que debatieron y otra parte donde se sintetizan los reclamos y propuestas.


Como otro momento de encuentro dentro del Encuentro, está la peña que se realiza la primera o segunda noche. Tanto la marcha como la peña son espacios donde aparece cierta visión de unidad, en un colectivo que tiene como característica y principal riqueza, la heterogeneidad. Si una cosa aparece con claridad es que en los ENM se expresan, y a la vez ellos son expresión, de una multiplicidad de identidades.


No se puede desconocer que en general los movimientos sociales en Latinoamérica surgieron por oposición a políticas de estado y de gobiernos que subsumieron, aún más, si cabe, a las mujeres en condiciones de pobreza y discriminación, esto hace que sean muy concurridos los talleres que tratan temas vinculados al trabajo y la desocupación. En los últimos años, se fue incrementando la participación de las mujeres en talleres sobre violencia y aborto. De alguna manera estos talleres marcan la línea que transitan los Encuentros, esto es de oposición a la articulación entre patriarcado y capitalismo en esta particular coyuntura histórica, en un país como Argentina.


Organizar un Encuentro con estas características es todo un desafío para las Comisiones Organizadoras. Los debates al interior de las mismas son densos y se acentúan de acuerdo a las particularidades de cada lugar. Algunos de ellos son históricos, como por ejemplo, si hay que votar o no tanto para tomar decisiones dentro de la Comisión Organizadora y en los talleres. Hasta ahora se pudo mantener la postura de búsqueda de consenso, aunque como todo consenso es muy provisorio y el debate continúa año tras año. Resulta difícil instalar formas de debate político que superen ciertos vicios de la cultura política instalada en un sistema sexista en el que también hemos sido socializada las mujeres, y ciertos vicios de partidos políticos que en su conformación patriarcal, insisten en “operar” a través de las mujeres.


Los Encuentros no son los mismos en esta historia de 23 años y de continuar seguirán cambiando, quizás valdría la pena alguna vez, más allá de lo que piensen las Comisiones Organizadoras, los partidos políticos, los sindicatos, buscar la manera de conocer qué cambios propondrían las mujeres que con esperanza e ilusión esperan un año para otro volver al próximo Encuentro.


[1] Poner entre comillas el término es un intento de mostrar que no estamos hablando de una identidad única, sino, y por el contrario, de multiplicidades de mujeres, con cruzamientos y atravesamientos diferentes.



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